TRES HISTORIAS CORTAS DE REFLEXIÓN: FE, TIEMPO Y SOSPECHA
SIN
PARPADEAR
Durante una guerra civil en
Corea, cierto general avanzaba implacablemente con sus tropas, tomando
provincia tras provincia, y destruyendo todo lo que encontraba a su paso. El
pueblo de una ciudad, al saber que el general se aproximaba -y habiendo oído
historias de su crueldad- huyó a una montaña cercana.
Las tropas encontraron las
casas vacías. Después de mucho buscar, descubrieron a un monje zen que había
permanecido en el lugar. El general ordenó que viniese ante su presencia, pero
el monje no obedeció.
Furioso, el general fue
donde se encontraba el monje.
-¡Tú no debes de saber quién
soy yo! -rugió-. ¡Yo soy quien puede atravesar tu pecho con mi espada, sin
parpadear siquiera!
El maestro zen se volvió
hacia él y le respondió serenamente:
-Usted tampoco debe de saber
quién soy yo. Yo soy aquel que puede ser atravesado por una espada, sin
parpadear siquiera.
Al escuchar esto, el general
se inclinó, hizo una reverencia, y se retiró.
TODO
ES CUESTIÓN DE TIEMPO
Un judío ortodoxo se acercó
al rabino Wolf:
-¡Los bares están llenos, y
las personas se pasan la madrugada entera divirtiéndose!
El rabino nada respondió.
-Los bares están llenos, las
personas pasan la noche en claro jugando a las cartas, ¿y usted no dice nada?
Es bueno que los bares estén
llenos -fue el comentario de Wolf-. Todo el mundo, desde el principio de la
creación, siempre ha deseado servir a Dios. El problema es que no todos saben
la mejor manera de hacerlo. Intenta ver lo que te parece pecado como si se
tratara de una virtud. Estas personas que pasan la noche en claro están
aprendiendo a permanecer despiertas y a persistir en algo. Cuando se perfeccionen
en eso, todo lo que tendrán que hacer es volverse hacia Dios. ¡Y qué
magníficos siervos serán ellos entonces!
-Es usted muy optimista
-dijo el hombre.
-No se trata de eso
-respondió Wolf-. Se trata de entender que cualquier cosa que hacemos, por más
absurda que nos parezca, puede conducirnos al camino. Todo es cuestión de
tiempo.
LA
SOSPECHA QUE TRANSFORMA AL SER HUMANO
El folclore alemán cuenta la
historia de un hombre que, al despertar, se dio cuenta de que su hacha había
desaparecido. Furioso, pensando que su vecino se la había robado, se pasó el
resto del día observándolo.
Vio que tenía maneras de
ladrón, andaba furtivamente como un ladrón y susurraba como un ladrón que
pretende esconder su robo. Estaba tan convencido de su sospecha, que decidió
entrar en casa, cambiarse de ropa, e ir a la comisaría a poner una denuncia.
Nada más entrar, sin
embargo, encontró el hacha -que su mujer había colocado en otro lugar. El
hombre volvió a salir, examinó nuevamente a su vecino, y comprobó que andaba,
hablaba y se comportaba como cualquier persona honesta.
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